FRAGMENTOS DE BORIS MOURAVIEFF - Los requisitos para el Camino

"Los requisitos para la búsqueda del Camino son cuatro: 
 
-Un deseo y un propósito firme por alcanzarlo. 
-Discernimiento total y absoluto  
-Una disciplina de “acero”. 
-Iniciativa (no ser pensados) 
 
La primera condición es indispensable. Si no se cumple, es inútil continuar. 
 
Una vez que este deseo apasionado existe, uno debe dedicarse por todos los medios, a desarrollar la facultad del discernimiento.
 
Vivimos sumergidos en una realidad, en donde encontramos hechos y fenómenos reales e imaginarios que aunque inexplicables, están interconectados.
 
Es necesario poner énfasis en el concepto y proceso del discernimiento, sin el cual no es posible alcanzar nada tangible en el camino. La dificultad yace, tal vez, en el hecho de que en el ámbito humano no existen los conceptos absolutos del Bien y del Mal.
 
Toda luz trae alguna sombra consigo. Esto engaña incluso a seres de buena fe, dotados de una inteligencia sutil. Igualmente, aún cuando queremos, sinceramente, resolver un problema, siempre encontramos un porcentaje casi igual de argumentos a favor o en contra de la solución propuesta. Es por este motivo que a veces el individuo es incapaz de tomar decisiones.
 
Un hombre cuya psique no esté orientada por una firme idea es generalmente estacionario, hasta el momento en el que, frecuentemente a causa de un impulso fortuito, toma decisiones que dirigirán su vida por un número de años.
 
Para alguien que se inicia en la búsqueda, todo esto cambia. Esta búsqueda constituye un objetivo permanente. Aún sin dejar la relatividad, dicho hombre es capaz de definir, en la práctica, sus nociones de positivo y negativo: aquello que lo guía hacia su objetivo propuesto, lo ayuda a conseguirlo, o contribuye a que lo consiga, es para él un Bien. Aquello que lo desvía, que lo retarda, lo detiene, lo hace retroceder, y en general, cualquier cosa que cree obstáculos psicológicos o materiales en el camino que lo lleva hacia la meta que él busca, es para él un Mal.
 
Cuanto más progreso se hace en el camino esotérico (buscar el significado real del término esoterismo), más se intensifican las sensaciones interiores, a veces de forma inconmensurable. Los golpes internos que antes se superaban sin grandes daños, ahora pueden hundir al buscador en una verdadera crisis de conciencia.
 
En realidad, esta lucha es absolutamente necesaria para él. Es una lucha que provoca una tensión interior que crece hasta que, en la mayoría de los casos, pareciera ser imposible de soportar. 
 
Es en este momento que la fricción entre los diferentes elementos de la personalidad se vuelven lo suficientemente intensa para que se encienda la llama que iluminará al corazón. Este fuego, que adquiere la proporción de un horno interior, finalmente provoca en el hombre, la fusión, que, si es correctamente implementada, constituye el primer resultado importante y tangible del trabajo esotérico.
 
La Personalidad humana puede tener tres estados diferentes, análogos a los tres estados de la materia. Antes del primer Umbral, el "Yo" de la personalidad se halla en un estado sólido. Eso significa que las fuerzas de atracción "molecular" interiores prevalecen sobre las fuerzas centrífugas. Después del segundo Umbral, el verdadero Camino comienza. El hombre interior entra al nivel superior de la enseñanza esotérica en la octava fase. Ahora su obligación es comenzar a enseñar a otros. Es mientras enseña que adquiere nuevas facultades que corresponden a elementos particulares de su individualidad. 
 
En esta etapa, el hombre se vuelve un maestro, visto desde abajo. Pero visto desde arriba, tiene el título de asistente. La primera facultad básica -común a todas las individualidades, y desarrollada a lo largo de todas las etapas [de servir en calidad de maestro]- es una aptitud para distinguir, espontáneamente, lo verdadero de lo falso. 

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